"Lección en una oficina del INEM
El otro día visité por primera vez en mi vida una oficina de empleo. Resultó un poco raro para mí responder a las preguntas del tipo que atendía mi solicitud de empleo. Primer pregunta:"¿cuántos años de experiencia tiene?". El chaval me miraba como si fuera un marciano que acabase de dejar su platillo volante en segunda fila. Y la verdad es que yo me sentía igual.
Llegué al poco de abrir la oficina, pero con eso de que hoy te citan como si fuera para ir al dentista, pues no pude acabar mi trámite para percibir la prestación por desempleo. Mientras estaba con mi numerito en la mano con cara de ET, vi desfilar a un buen número de chicos/as de todas las edades. Algunos cogían un documento gratuito donde venía ofertas de formación de todo tipo. Incluso me topé con una madre con su hijo rellenando este papel, como su fuera el primer día de colegio del chico. Todo un poco gris y triste.
Sin embarco, me sorprendió positivamente escuchar a una mujer -soltera- de unos 35 años que estaba en la mesa de al lado, con idiomas y experiencia en el sector de la auditoría y consultoría. Se la veía sonriente y optimista a pesar del trago. Toda una lección para los que aún tenemos sensibilidad para detectar estas situaciones cotidianas.
Y me quedo con la lección anónima de esta persona, frente al resto de caras largas y adormiladas que pude encontrarme en las salas de espera. Siempre pensé que para trabajar es tan importante la aptitud como actitud. En estos 20 años de trabajo he procurado enseñar esta máxima a muchas generaciones de jóvenes creativos. Ahora, sin quererlo ni beberlo, el alumno he sido yo mismo.
Todos sabemos cómo está el percal. Los recortes están a la orden del día, ya nadie esconde que este portaaviones está haciendo agua por todas partes. Pese a todo voy a adoptar la actitud de la chica del INEM, siempre sonriente a pesar del duro trago. Porque nada es para siempre en esta vida.
De todo y de todos se aprende en esta vida. Yo ahora he recibido una buena dosis de mi propia medicina. Y para ello no he tenido que escuchar a ningún gurú o experto. Me ha bastado con escuchar y ver a una joven en una oficina del INEM.
Dixit."
Así que ya sabéis chicos, no os desaniméis, aprovechad cada minuto, cada oportunidad y cada hecho para aprender de él. Nunca tiréis la toalla. Y ahora os contaré algo de mi propia cosecha.
Hace más de 50 años, un "pirado" como nosotros tuvo un sueño: crear un parque enorme para niños. Un parque con un sinfín de atracciones, una arquitectura fantástica y habitado por personajes imaginarios. Para llevar a cabo su sueño fue a todos los bancos, una a una fue tocando a la puerta de todas las oficinas para ver si le daban un préstamo. Fue rechazado 10 veces y siguió intentándolo. Fue rechazado 50 veces y continuó sin renunciar a su sueño. Fue rechazado 100 veces, y él, cabezón, siguió tocando a puertas. Llegó la vez número 300 y le dijeron que no. Aún así, no iba a tirar la toalla, y decidió llamar a otra puerta más. Hoy en día el parque de atracciones Walt Disney no existiría si Walter Elias Disney no hubiese sido tan persistente.
Así que os dicen que sois unos pesados y unos cabezones, igual deberíais empezar a tomadlo como un pequeño piropo.
Buenas noches.
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